¡Feliz Año Nuevo Cristiano!
Comenzamos un nuevo ciclo litúrgico, el Ciclo B, y lo hacemos con la celebración del tiempo de Adviento. En nuestra Diócesis de Canarias con el lema "La misión empieza en casa".
Además de profundizar en la dimensión de la esperanza cristiana, que nos dice que nuestra fe no es inútil y sin sentido, sino que sabemos de donde venimos y hacia donde vamos, porque Dios nos lo ha relevado en Jesucristo, queremos poner el acento también en la dimensión misionera de la Iglesia, en la evangelización. Mientras que nosotros ya hemos conocido el motivo central de nuestra esperanza, Jesús de Nazaret, hemos de tener en cuenta que muchos otros hermanos nuestros viven todavía en "Adviento", esperando aquello que todavía no conocen y que nosotros por nuestra condición de bautizados, y por haber conocido la misericordia de Dios, haber descubierto a Jesús en nuestra vida, haber experimentado el encuentro con él y vivir la fecundidad que produce este encuentro, debemos presentarlo y darlo a conocer a aquellos que aún esperan sin saber qué y a quien.
En este Adviento se ha querido dar una importancia central al papel misionero y evangelizador de la familia. La familia es el entorno privilegiado, no solo para el crecimiento de la fe, la espiritualidad y los valores religiosos, sino sobre todo, de todos aquellos principios y valores que nos definen a cada uno como persona. No debemos olvidar que antes de las creencias religiosas está siempre la persona.
Al comienzo del Adviento del pasado año compartí una reflexión personal en la que dibujaba estas cuatro semanas como el tiempo apropiado para mirar al pasado recordando y agradeciendo todas las maravillas que Dios ha hecho por su pueblos, del que todos formamos parte, desde la primera obra de la creación, para mirar al futuro con esperanza sabiendo que Dios, en Jesucristo, nos ha prometido prepararnos un lugar junto a él y volver a buscarnos y con la confianza plena de que Dios siempre cumple sus promesas. Pero sobre todo, para mirar al presente con la luz del Espíritu Santo y saber descubrir a Jesús que viene cada día a nuestra vida y quiere encontrarse con nosotros en la Palabra, en los sacramentos, principalmente en la reconciliación y la Eucaristía, en los acontecimientos de nuestra vida y de la vida del mundo y en cada persona, especialmente en nuestros hermanos más débiles.
Al comenzar este Adviento 2017 damos un paso más en la reflexión que compartimos. Para poder descubrir a Jesús que sale a nuestro encuentro, tenemos que haber experimentado de nuevo el amor y la misericordia de Dios. Él nos ha amado primero, por eso nosotros somos capaces de amar; él no deja nunca de buscarnos, por eso somos capaces de descubrirlo; Dios toma siempre la iniciativa, por eso tenemos que vivir en actitud de humildad, que no debemos confundir con la sumisión o la anulación. Al contrario, la humildad consiste en saberse amado por Dios y necesitado de su amor.
La persona que desde la humildad ha experimentado la misericordia de Dios, ofrece como respuesta una confianza plena y un total abandono en sus manos. Porque sabemos que quien nos ama tanto no nos va a abandonar nunca.
La persona que es capaz de experimentar esa confianza y de entregarse con total tranquilidad y seguridad en las manos de Dios, hace que su vida sea de una gran fecundidad, y hace fecunda también la vida de los demás. Esto ocurre, por ejemplo, con aquellas personas que viven de verdad y en profundidad la espiritualidad del corazón de Jesús, que es humildad, amor y misericordia, confianza y abandono y una gran fecundidad.
Pidamos al Señor, por medio de María, la gran protagonista del Adviento, que nos conceda la gracia de ir cultivando cada día más en nuestra vida estas realidades, para poder experimentar un verdadero, profundo y fecundo encuentro con él en la Nochebuena.
Desde el Secretariado de Liturgia y siguiendo el Plan Diocesano de Pastoral, nos proponen reflexionar y orar cada domingo de Adviento por los diversos miembros de la familia. Para ello nos vamos a apoyar en diferentes catequesis del Papa Francisco.
1º domingo de Adviento - 3 de diciembre
DIOS ELIGIÓ NACER EN UNA FAMILIA
2º domingo de Adviento - 10 de diciembre
ABUELOS, RESERVA DE LA SABIDURÍA DE UN PUEBLO
3º domingo de Adviento - 17 de diciembre
LOS HIJOS: VIDA QUE SE MULTIPLICA
4º domingo de Adviento - 24 de diciembre
PADRES, MADRES: CUSTODIOS Y MEDIADORES DE LA FE
Por Sofía Calderín.
Redactora de la Hoja Parroquial.