lunes, 29 de junio de 2020

Jornada de Responsabilidad en el Tráfico el 5 de julio.

Bajo el lema “El transporte y la movilidad: creadores de trabajo y contribución al bien común” (Jesús recorría pueblos y ciudades, Mt 9, 35 ), el Departamento de la Pastoral de la Carretera de la Conferencia Episcopal Española promueve la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico, Día de San Cristóbal, patrón de los conductores, el 5 de julio.

Coincidiendo con el inicio de los desplazamientos masivos, los obispos de este departamento envían un cordial saludo a todas las personas que están relacionadas con la movilidad humana y la seguridad vial. En su mensaje, destacan que el transporte y la movilidad humana generan muchos puestos de trabajo que se han visto afectados por la crisis del coronavirus: “Han sido meses en que muchos vehículos han tenido que estar parados por el Covid-19. En muchos hogares no ha habido ingresos, pero sí muchas pérdidas económicas para muchas personas. Rezamos por todos ellas”, señalan.

sábado, 27 de junio de 2020

XIII Domingo del Tiempo Ordinario

    Celebramos el décimotercer domingo del Tiempo Ordinario. La liturgia de hoy nos mueve a hacer el bien a los servidores de Dios. Oramos en esta misa por nuestros sacerdotes y servidores que el Señor ha puesto al frente, para llevar su mensaje de salvación.
   Las lecturas de hoy nos hablan de la recompensa que Dios da a quienes hacen bien a sus discípulos y profetas. Una familia sunamita recibe como recompensa, por hospedar al profeta, un hijo varón. Pablo dice que la mayor recompensa es la vida plena que ha dado Cristo Resucitado. Por su parte, Jesús nos habla de una recompensa en dos direcciones: una para sus mensajeros del Evangelio y otra para quienes les acogen por ser discípulos.

   Les dejamos un enlace con las lecturas y un video del Evangelio


sábado, 20 de junio de 2020

XII Domingo del Tiempo Ordinario.

   Después de las grandes solemnidades que hemos celebrado los domingos anteriores, nos reunimos nuevamente para retomar el correlativo de los domingos del Tiempo Ordinario. Arribamos ya el duodécimo en el que la liturgia nos entrega un mensaje de esperanza y nos invita a no tener miedo, pues si estamos con Jesús, él está de nuestro lado hasta el final de los tiempos.
   Todas las lecturas de hoy nos hablan de un Dios que cuida de todos nosotros, especialmente de quienes pasan por grandes dificultades. Así lo manifiesta Jeremías, alabando al Dios salvador en los momentos en que lo acechan sus enemigos. Esa misma certeza manifiesta el salmo y San Pablo. Lo confirma también Jesús en el Evangelio de San Mateo, invitándonos a no temer cuando aceche la dificultad, pues Dios, nuestro Padre, vela por nosotros.

   Les dejamos el enlace con las lecturas y un video del Evangelio.


lunes, 15 de junio de 2020

Así celebramos el Corpus Christi en San Lorenzo.

Este fin de semana hemos celebrado la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo en San Lorenzo con la Exposición del Santísimo Sacramento y la solemne eucaristía, tanto en la tarde del sábado 13 como en la mañana del domingo 14 de junio.




sábado, 13 de junio de 2020

Domingo de la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.

   Hoy celebramos la solemnidad del Corpus Christi: Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Una celebración que nos hace centrar nuestra atención agradecida en la Eucaristía como sacramento en el que Cristo Jesús ha pensado dárnosla como alimento para el camino, haciéndonos comulgar con su propia Persona, con su Cuerpo y Sangre, bajo la forma del pan y del vino.
   En la fiesta de hoy no nos fijamos tanto en la celebración de la Eucaristía, aunque la organicemos y celebremos con particular festividad, sino en su prolongación, la presencia permanente en medio de nosotros del Señor Eucarístico, como alimento disponible para los enfermos y como signo sacramental continuado de su presencia en nuestras vidas, que nos mueve a rendirle nuestro culto de veneración y adoración.
   El Señor alimenta a su pueblo y le da de beber para que viva y no muera. Ésta es la música de fondo que resuena en todas las lecturas de hoy. El Deuteronomio nos recuerda cómo, al salir de Egipto, Dios alimentó a Israel mientras atravesaba el desierto, nutriéndolo con el maná y saciando su sed con el agua que brotó de la roca. El evangelio de Juan, por su parte, se atreve a corregir al Antiguo Testamento y presenta a Jesús como el verdadero pan bajado del cielo. Su carne y su sangre son el auténtico alimento que procura la vida verdadera. Las referencias eucarísticas del pasaje saltan a la vista. Pablo, por su parte, saca las consecuencias comunitarias que se derivan de la participación en la mesa del Señor. Los que comen juntos de ese pan único que es Jesús no pueden luego vivir desunidos.

   Les dejamos un enlace con las lecturas y un video den Evangelio.

lunes, 8 de junio de 2020

Mensaje con motivo de la festividad del Corpus Christi

Los obispos de la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social hacen público hoy, 11 de mayo, el mensaje con motivo de la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad, que se celebrará el domingo 14 de junio, bajo el título:

“Sentado a la mesa con ellos (Lc 24, 18) ” .


Les ofrecemos el mensaje completo:

En la solemnidad del Corpus Christi, el Señor, compadecido de nuestra enfermedad pandémica, de nuestra desesperanza y soledad, nos invita a encontrarnos con Él en el camino y a sentarnos a comer a su mesa. Espera así que, unidos a Él, nos convirtamos en testigos de la fe, forjadores de esperanza, promotores de fraternidad y constructores de solidaridad en medio de esta situación tan dolorosa que estamos atravesando.

1.- En un singular ayuno eucarístico

Hemos vivido semanas sin poder participar física y plenamente de la Eucaristía. Poco a poco vamos volviendo a una cierta normalidad al poder recuperar la participación del Pueblo de Dios en la mesa del Señor. Esta participación será progresiva y estará condicionada por el cumplimiento de las condiciones de aforo y de las normas. Muchos niños no han podido celebrar aún la Primera Comunión y no podrán acompañar a Jesús sacramentado por las calles de nuestros pueblos y ciudades el día del Corpus Christi. Quera el Señor que esta situación de ayuno eucarístico haya acrecentado en nosotros el deseo de la Eucaristía y la necesidad de profundizar en su ser y significado.

2. La tentación del abandono

El Evangelio según san Lucas contiene un pasaje precioso que recoge la experiencia de dos discípulos que habían abandonado la comunidad, se habían sentido engañados y abandonados por Jesús, que no había cumplido sus expectativas. Desanimados y entristecidos, caminaban esa tarde de domingo hacía la aldea de Emaús. Atrás quedaban sus ilusiones y esperanzas, marchitadas por la incomprensible muerte de su Maestro. De pronto, el sombrío discurrir de sus pensamientos se fue llenando de luz al compartir su historia con un Peregrino que les alcanzó por sorpresa.

Durante aquel encuentro, el Peregrino fue disipando sus dudas y tocando su corazón. Les cautivó de tal manera que ya no les importaba su noche, sino la de aquel buen hombre que quería continuar su camino; “quédate con nosotros”, le dijeron. Sentado a la mesa con ellos, al repetir los gestos de la última cena, mientras pronunciaba la bendición, partía el pan y se los iba dando, lo reconocieron. Al momento desapareció de su vista, pero les quedó clara una cosa: Cristo resucitado les había alcanzado para compartir con ellos sus oscuridades, abrir su corazón al sentido profundo de las Escrituras, compartir la mesa, alimentar su vida espiritual, edificar la comunidad e implantar el Reino. Ahora tocaba volver a Galilea para, juntos, comenzar la misión que el Maestro les había encomendado.

En nuestros días, son muchas las personas que, como los discípulos de Emaús, caminan por la vida con desánimo, sin rumbo, desengañados por malas experiencias. En ocasiones, expulsados de la convivencia social, estos hermanos viven y mueren solos ante la indiferencia de casi todos. Algunos fueron empujados a su Emaús particular por desengaños amorosos, por fracasos personales, por creerse autosuficientes o porque, sencillamente, no encontraron sitio en una sociedad tremendamente competitiva.

Esta situación de muchos hermanos y hermanas nuestros se ha visto agravada por la reciente pandemia que venimos padeciendo desde hace meses. Dios necesita de cada uno de nosotros para hacerse presente a tantos caminantes de Emaús que avanzan sin rumbo y sin ánimo. Algunos, además, no cuentan con lo necesario para llevar una vida digna pues carecen de la acogida social, de un hogar adecuado y del alimento necesario para el sustento diario. Esta pandemia no solo nos está dejando dolorosas muertes, sino que está provocando además una grave crisis económica y social.

Como consecuencia de la crisis, está creciendo el número de personas que sufren física, social, psicológica y espiritualmente. Muchas ya están experimentando la noche oscura de los discípulos de Emaús al pensar que todo está perdido. Sin embargo, en medio de tanto dolor y desánimo, al igual que los discípulos de Emaús, bastantes hermanos están descubriendo la presencia misericordiosa de Dios en aquellos que el Papa Francisco ha llamado “los santos de al lado”: el personal sanitario, las fuerzas de seguridad, los capellanes de los hospitales, los vecinos… han sido como estrellas de esperanza en el oscuro camino que nos ha tocado recorrer. Hoy, más que nunca, tenemos necesidad de muchas personas que puedan ser “santos de al lado”, de los que Dios se pueda servir para hacerse presente y ofrecer esperanza a quienes caminan perdidos y desesperanzados. 

En medio de tanto dolor, no podemos olvidarnos de aquellos hermanos nuestros que han fallecido por la infección del virus. Oramos por ellos para que participen por toda la eternidad de la victoria del Resucitado. Encomendamos también a sus familiares y amigos para que, además de experimentar la cercanía y el calor de los más cercanos, puedan también descubrir en Jesucristo el fundamento de su esperanza y el faro que ilumine su peregrinación por este mundo hasta el reencuentro futuro.

La Iglesia, la familia de los hijos de Dios, imitando a su Maestro, quiere seguir ofreciendo el sustento material a quien lo necesita, el acompañamiento a quienes se sienten solos y el alimento espiritual, que nace de la Palabra y de los Sacramentos, a todos los que tienen hambre de Dios o necesitan encontrarse con Él para descubrir el verdadero sentido de su vida. Esta es la gran obra social que la Iglesia, nacida del mismo Jesucristo, quiere seguir realizando hasta el encuentro definitivo con el Padre.

3. Eucaristía: fuente del amor, de la comunión y del servicio

El día antes de culminar su entrega a Dios y a los hermanos, muriendo en la cruz, Jesús, durante la última cena con sus discípulos, quiso dejar un memorial de su obra de salvación instituyendo la Eucaristía. Durante la celebración, pide a los discípulos que renueven aquel gesto y aquellas palabras en memoria de su vida entregada por amor. Con las palabras “haced esto en memoria mía”, confía a la comunidad cristiana el encargo de reunirse con asiduidad para celebrar este misterio de amor y comunión.

La Eucaristía es, por tanto, para el cristiano, el memorial del amor de Dios hacia cada ser humano, que se manifiesta en la entrega de su Hijo Jesucristo. Al participar con fe en la celebración eucarística nos unimos profundamente a Cristo y recibimos de Él la fuerza y el amor necesarios para vivir nuestra entrega generosa y servicial a los hermanos. En cada Eucaristía, actualizamos sacramentalmente este misterio de amor, pero un día al año, el día del Corpus Christi, lo hacemos con una especial solemnidad. Por eso, en esta jornada, la Iglesia celebra también el día de la Caridad, puesto que anunciamos y celebramos con profunda fe que de la Eucaristía mana la fuente de todo amor y santidad.

La Iglesia, inundada de alegría, adorna, canta, proclama y adora a Cristo muerto y resucitado en el sacramento de la fe y de la comunión. Él es el origen, camino y meta que puede dar sentido a toda existencia humana y que muestra la vocación a la que es llamado todo cristiano. Jesús nos da realmente su Cuerpo y su Sangre, verdadero maná, que alimenta nuestra vida y la llena de sentido nuestra peregrinación por este mundo hacía la patria celestial. Al recibir al Señor, recibimos el don de la comunión para vencer el virus de la división y el don del amor para hacer frente a la pandemia de la indiferencia.

Además de alabar y dar gracias a Dios por haberse quedado con nosotros hasta el fin de los tiempos, hemos de acoger con gozo su invitación a colaborar con Él en el anuncio del Reino, en la atención a los hermanos y en la transformación del mundo. En la Eucaristía experimentamos la alegría de vivir y recibimos el alimento necesario para reparar nuestras fuerzas desgastadas en el servicio a los hermanos.

Este trabajo de transformación del mundo no podemos llevarlo a cabo solos. Necesitamos de todos y particularmente de nuestras autoridades políticas, civiles, económicas y religiosas. Necesitamos personas con mucha paciencia, con la mirada puesta en los más frágiles de nuestra sociedad, y con una firme voluntad de llegar a acuerdos y de aplicarlos.

Que exista esa voluntad, es hoy lo más importante. Pedimos a todos los ciudadanos que ayuden a hacer posible un diálogo constructivo y eficaz. Oramos para que los muros sean superados, para que los egos, los intereses particulares y las ideologías sean dejadas a un lado. Oremos para que cuando los interlocutores se encuentren juntos en la misma sala, se miren a los ojos y perciban nuestro clamor y ánimo: «adelante, ustedes pueden…». Esperamos que de estos encuentros emerja también la complicidad y que el gesto de afecto facilite el acercamiento de posturas. Oramos para que el virus de la división, el diabolos, que estará siempre al acecho, no consiga romper el buen hacer de todos los interlocutores pues está en juego la construcción del bien común en esta querida casa de todos, que es nuestra sociedad.

4. Comunidad misionera al servicio de los pobres

Desde la comunión con quienes sufren a causa de la enfermedad o de la muerte de sus seres queridos, y desde la cercanía a tantas personas que carecen de lo necesario para vivir dignamente, el Señor nos invita a dejarnos alcanzar por Él, a compartir su mesa, a ser sus discípulos y, llegado el momento, nos anima a salir en misión. No podemos quedarnos bloqueados por el dolor. El Señor nos llama constantemente a ser discípulos misioneros, a salir a los caminos y encrucijadas de la historia para convocar a todos, especialmente a los desesperanzados, a los pobres y excluidos, a los que experimentan la violencia y la persecución, y a los que habitan en las diferentes periferias de nuestro mundo.

En cada Eucaristía el Señor nos invita a ser como el peregrino del Evangelio que sale al encuentro de tantos hermanos y hermanas que, como los discípulos de Emaús, deambulan por la vida, marcados por la oscuridad del sinsentido, de la falta de un hogar, de la soledad e incluso de las ganas de vivir. Al comulgar con el Cuerpo de Cristo, somos enviados por Él con la energía y la luz necesarias para salir al mundo, para partirnos por los heridos de la vida, para forjar las comunidades que puedan recibirlos con hospitalidad evangélica.

Quienes se preguntan dónde está la Iglesia en estos momentos, pueden dirigir su pregunta a los pobres, a los enfermos, a los discapacitados, a los que están solos, a los ancianos abandonados, a los que buscan sentido en medio de la oscuridad, a los que han perdido un familiar querido, a tantos que buscan a alguien que les escuche… Ellos han encontrado el rostro de la Iglesia en la acogida de los miembros de Caritas y de tantas otras entidades de Iglesia, en los hospitales, los comedores, los centros de acogida y las residencias de ancianos de parroquias y de diversas instituciones eclesiales. Ellos la han encontrado en tantos hombres y mujeres creyentes, que también son la Iglesia, y que se gastan y desgastan por edificar un mundo más justo, más fraterno, más humano y más abierto a Dios. La han encontrado en tantos médicos, enfermeros, auxiliares, transportistas, farmacéuticos, policías, militares, muchos de ellos católicos, que son también la Iglesia. La Iglesia, con la ayuda del Señor, seguirá realizando este servicio diariamente, con humildad, sin pretender ocupar las primeras páginas de los periódicos.

Hoy, día del Corpus Christi y de la Caridad, la Iglesia que peregrina en España da gracias a Dios por los miles de católicos que, unidos al Señor, iluminados por su Palabra, alimentados del Cuerpo de Cristo, viven ofreciendo sus vidas y sus recursos a los más necesitados. Damos gracias a los agentes de pastoral, a los voluntarios de Caritas y de tantísimas otras instituciones de la Iglesia. Esta familia que es la Iglesia invita a orar con intensidad por todos ellos, para que el Señor les regale fortaleza de espíritu y lucidez para afrontar la nueva realidad de necesidad y pobreza que está emergiendo. Y, al mismo tiempo que recibe el don del Corpus Christi, invoca la especial intercesión de María para que nos libre de la pandemia provocada por el coronavirus y de tantas otras pandemias que a veces nos quedan lejanas pero que provocan sufrimiento a muchos hermanos y hermanas de aquí y del mundo entero. Que Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, nos ayude a poner siempre nuestro corazón en los bienes del cielo y oriente nuestra mirada hacia sus hijos más necesitados. 

Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social

Corpus Christi 2020 en San Lorenzo.

El próximo fin de semana se celebra el Corpus Christi, Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo. 

Solemne Eucaristía:
  • Sábado 13 de junio- 19:00 horas
  • Domingo 14 de junio- 11:00 horas
Exposición del Santísimo Sacramento:
  • Sábado 13 de junio- 19:30 a 20:30 horas
  • Domingo 14 de junio- 09:30 a 11:00 horas
El aforo estará limitado a 60 personas. Recordamos que se celebra el Día de la Caridad, por lo que rogamos que sean generosos con su aportación económica. 


sábado, 6 de junio de 2020

Domingo de la Solemnidad de la Santísima Trinidad.

    Celebramos la solemnidad de la Santísima e indivisa Trinidad, en la que confesamos y veneramos al único Dios en la Trinidad de personas, y la Trinidad de personas en la unidad de Dios. Solo Dios puede darnos a conocer este misterio revelándose Él mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo.
    Los monjes, las monjas y la vida eremítica ofrecen su vida en alabanza continua a la Santa Trinidad y su oración de intercesión por la comunidad cristiana y el mundo entero. Por ello, la Iglesia en España celebra en este domingo la Jornada por la vida contemplativa, conocida como Jornada Pro Orantibus. Este año los obispos españoles proponen como lema para esta jornada: «Con María en el corazón de la Iglesia». 
  De este modo, somos invitados a celebrar con sincera gratitud este domingo de la Santa Trinidad bendiciendo al Señor por la vocación consagrada contemplativa, y pidiendo hoy por tantos hermanos y hermanas nuestras que viven, oran y misionan en tantos monasterios esparcidos por la geografía española.
   Frente a la revelación de Dios, en la Carta de los Hechos de los Apóstoles, Moisés sólo puede postrarse y adorarlo. El profeta pide a Dios que camine con su pueblo y que lo tome como propiedad, perdonado nuestras culpas y pecados. Solamente el perdón de Dios hace avanzar la historia. San Pablo nos devela el misterio que celebramos hoy en la segunda lectura: se trata de experimentar en nuestra propia vida “La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo”. Este es el saludo de despedida de la segunda carta a, una fórmula netamente trinitaria. En el Evangelio de San Juan, Dios quiere que todos sus hijos se sienten a su mesa de salvación y de amor. Dios, uno y trino, nos enseña que la vida es amor compartido, comunión y diálogo. Del amor trinitario nos brota una inspiración constante para trabajar a favor del cuerpo común, para que no haya guerras, ni odios, ni violencias, ni injusticias, ni soledades, sino que brille la luz del amor.

   Les dejamos un enlace con las lecturas y un video del Evangelio.


viernes, 5 de junio de 2020

Reabrimos el templo parroquial al culto público.

    A partir del sábado 6 de junio se reabrirá el templo parroquial de San Lorenzo al culto público con las normas sanitarias y de seguridad dadas por el estado de alarma y que exige cada fase de la desescalada, la mayoría ya conocidas por los que asistían a las eucaristías en la Casa Santo Hermano Pedro. 

A tener en cuenta:
- El aforo será de 60 personas en fase 2, y a partir de la fase 3 se aumenta a 85 personas. 
- El horario de las eucaristías es el habitual, y se abrirá el templo 30 minutos antes.
- Obligatorio el uso de la mascarilla. 
- Tanto los funerales como los sacramentos del Bautismo, Matrimonio, Primera Comunión y Confesión se concretarán con el párroco.



Las normas a seguir en cada celebración serán las siguientes: 

1. Entrada. La puerta de entrada será la principal, la Puerta de Jesucristo, donde tendremos que ponernos el gel hidroalcólico y limpiarnos los zapatos en la alfombra con agua y lejía. En ese momento, los miércoles y sábados, quienen deseen apuntar los difuntos lo pondrán en conocimiento. 
2. Al entrar en el templo nos sentaremos en los bancos habilitados y marcados como nos indique el personal de la parroquia.
3. El signo de la paz se hará con un signo de reverencia. 
4. Comunión. Se distribuirá la comunión en silencio y en la mano, "El Cuerpo y la Sangre de Cristo... Amén" se realizará de forma conjunta antes de la misma. Los que vayan a comulgar lo harán por el pasillo central y regresarán a su asiento por los laterales, siempre guardando la distancia con el resto de fieles. 
5. Salida. Tendrá lugar por la Puerta de la Misericordia. Se habilitará la hucha para la colecta al finalizar la celebración. 
6. Queda restringido el acceso al coro y a la sacristía sin autorización. 
7. Queda prohibido tocar las imágenes de los santos, retablos y ornamentos litúrgicos que se encuentren al culto en el templo parroquial. 

Seamos responsables y cívicos garantizando la seguridad de todos y respetemos el trabajo e instrucciones del personal de la parroquia.



martes, 2 de junio de 2020

Se reanuda el culto público en Siete Puertas y Almatriche alto.

   El próximo sábado 6 de junio reanudamos el culto público en la ermita de San Gregorio Magno en Siete Puertas y en la comunidad parroquial de San Francisco de Asís en Almatriche Alto, en los horarios habituales. 
   El aforo en Siete Puertas será de 15 personas y en Almatriche Alto de 30 personas, según lo establecido en las medidas de desescalada y sus capacidades. Recordamos que es obligatorio acudir con mascarilla y ponerse gel hidroalcohólico en la entrada. Las medidas de prevención a tener en cuenta durante la celebración de cada eucaristía se recordarán previamente por las personas encargadas en cada lugar. 
   Seamos responsables y cívicos garantizando la seguridad de todos y respetemos el trabajo e instrucciones del personal de la parroquia.


lunes, 1 de junio de 2020

Jornada Pro Orantibus 2020.

   En el calendario litúrgico de este año —afectados por la crisis del «coronavirus» y sus consecuencias— la Iglesia celebra la solemnidad de la Santísima Trinidad el próximo domingo 7 de junio. Es la festividad escogida para la Jornada Pro Orantibus.
   Bajo el lema, «Con María en el corazón de la Iglesia» los obispos españoles oran por quienes continuamente lo hacen por nosotros: las personas consagradas contemplativas. Con este motivo, agradecen a Dios esta forma de consagración que necesita la Iglesia.