sábado, 4 de marzo de 2017

I Domingo de Cuaresma

   
     La liturgia pone hoy en acento en la idea de la tentación y del pecado, y también en la idea contraria, la fortaleza y la gracia de Dios.
     La tentación está presente desde el primer momento de la creación y estará presente hasta el final de los tiempos. Dios no aparta de nosotros la tentación, es más, es necesaria para nuestra madurez y nuestro crecimiento espiritual. Por eso la permite. La tentación y la gracia han de convivir como el trigo y la cizaña, pero Dios nos regala la fortaleza que nos ayuda a vencerla. Por eso, el mejor camino para vencer la tentación no es huir de ella, ni vivir con el miedo de encontrarla, sino enfrentarnos a ella y saber vencerla con la fuerza y la gracia de Dios. Jesús mismo, al final de su paso por el desierto, dice la Palabra que durante cuarenta días, pero que sabemos que esa cifra es solo un símbolo de quiere decir durante un tiempo, fue también tentado por el mal. Dios Padre no le envió la tentación pero la permitió. Y Jesús, pudiendo haberla esquivado fácilmente, se enfrentó a ella y la venció con el poder y la fuerza de la Palabra y de la gracia de Dios, enseñándonos así como debemos hacerlo nosotros.
     Lo importante no está en que la tentación llegue a nuestra vida, lo importante está en saber vencerla.

     Les dejamos el enlace con la Palabra de Dios y un video del Evangelio.


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