¡Hosanna al Hijo de David, Bendito el que viene en nombre del Señor!
Hermanos y hermanas en este día la Iglesia conmemora la entrada de Cristo en Jerusalén, la Ciudad Santa, para así consumar su misterio pascual. Cercana ya la noche Santa de la Pascua, unámonos a la Iglesia universal y dispongámonos a celebrar los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, misterios que empezaron con la solemne entrada en Jerusalén en este Domingo de Ramos. Acompañemos a Jesús en su entrada triunfante llenos de alegría y con cantos de Júbilos.
La liturgia de la palabra nos presenta la figura del siervo sufriente. El profeta Isaías describe a este siervo como un hombre que sabe consolar al abatido, un hombre que a pasar de los ultrajes recibido no deja de confiar en el Señor. El himno de Pablo a los filipenses deja de manifiesto que Dios mismo se abaja, se despoja de su condición divina, para hacerse un hombre cualquiera. En la pasión según san Marcos verificamos que Jesús es el siervo sufriente, Él es el enviado de Dios, Él es el que se abaja y entrega toda su vida al proyecto de Dios.
Les dejamos un enlace con las lecturas y un video del Evangelio.
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