La liturgia en este Trigésimo domingo del tiempo ordinario nos envuelve en ese ambiente de oración. Las lecturas del domingo pasado nos invitaban a orar con insistencia; hoy nos piden hacerlo con humildad para que nuestras plegarias sean escuchadas.
Los textos coinciden en que el Señor no hace oídos sordos a la oración de los humildes. En el pasaje del libro del Eclesiástico, Dios atiende los gritos del pobre, del oprimido, del huérfano o de la viuda. Igual leemos en el salmo. San Pablo da gloria a Dios que siempre le ha escuchado y de quien espera su corona. Y en el evangelio, Jesús prefiere la sencilla oración del publicano antes que la palabrería orgullosa del fariseo. Con humildad y sencillez dispongámonos a escuchar esta Palabra.
Les dejamos un enlace con las lecturas y un video del Evangelio.
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