Para algunos, hoy comienza la Cuaresma; para los que participaron el pasado miércoles de la imposición de la ceniza, ya han comenzado este camino. Pero igualmente para todos se nos abre este primer domingo cuaresmal, cada año, con la invitación a acompañar a Jesús hasta el desierto. En ese lugar fracasó el pueblo de Israel, que recibió la consigna de tener a Dios en el centro de todo. También en el desierto de nuestra vida fracasamos nosotros, que muchas veces nos dejamos llevar por las ansias de poder, de tener, de figurar. En el desierto ha triunfado Jesús, y desde entonces se ha convertido en lugar privilegiado para encontrarnos con Dios. Las tentaciones de Cristo no son ajenas para nosotros: también queremos cambiar las cosas a nuestro antojo, ser servidos por los demás y dominar sobre los otros. Jesús ha tomado el camino opuesto: alimentarse de Dios, vivir sirviendo, reinar entregándose. El desierto se ha vuelto hermoso, porque nos recuerda que Jesús ha vencido allí la insinuación del Maligno y ha mostrado un nuevo camino. Recorrámoslo junto a Él.
Les dejamos un enlace con las lecturas y un video del Evangelio.
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