La solución al conflicto es propiciada por un personaje clave en el relato: María, la madre de Jesús que, con la absoluta confianza en su hijo, muestra que, en una situación de carencia, incluso de miseria, es de Él de quien conviene esperar la ayuda y la restauración de la abundancia. María, por tanto, encarna el rostro de la fe, un rasgo que se confirmará en la escena al pie de la cruz (Jn 19,25-27). Con esta actitud consigue que Jesús anticipe su hora, suscitando una nueva realidad, esbozada ya en el prólogo del Evangelio, que sobrepasa la Antigua Alianza: “la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Jn 1,17). De este modo, el signo con que Jesús abre su actividad tiene un alcance programático: en su persona, la salvación sobreabundante se ha hecho acontecimiento (Jn 1,14). El milagro es pues un evento de revelación que manifiesta la gloria del Hijo y pone a los discípulos en disposición de creer, invitación que se hace extensiva a todos los lectores del Evangelio.
Les dejamos el enlace con las lecturas y un video del Evangelio.
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