viernes, 12 de octubre de 2018

XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario

     Caminando hacia Jerusalén, Jesús instruye a sus discípulos y, gracias al relato de Marcos, los lectores posteriores aprendemos a seguir al Maestro divino. En este contexto de enseñanza, el evangelista sitúa varias cuestiones relativas a la familia: el matrimonio y el divorcio (Mc 10,1-12), los niños (10,13-16) y la tentación de las riquezas (10,17-31).
     En el pasaje de hoy se oponen dos modelos de seguimiento: un hombre rico y Pedro. El rico, aunque tiene sentimientos y acciones buenas —desea heredar la vida eterna (v. 17) y cumple los mandamientos (v. 19)—, no pone el seguimiento de Jesús como el valor principal de su vida. En cambio, Pedro y los discípulos han dejado todo por seguir a Jesús: casa, hermanos, hermanas, madre, padre, etc. 
     El lector debe saber escoger entre el desprendimiento de Pedro y el apego a las riquezas del hombre rico. La apuesta es grande, pero la promesa es inmensa: está en juego el ciento por uno en este mundo, con persecuciones, y la vida eterna en el venidero. 
     En la primera lectura, la Sabiduría también es presentada como el sumo bien, preferible a cetros, riquezas y placeres. El que la busca sabe que, junto con ella, le vendrán todos los bienes. De nuevo se hace realidad que el que renuncia a todo por Dios, recibirá cien veces más. Es cuestión de confianza.      La segunda lectura, de la carta a los Hebreos, presenta la Palabra de Dios como una fuerza eficaz. Ella hace lo que dice y discierne las intenciones del corazón. Por eso, el fi el debe no solo debe leerla, sino dejarse interpelar por ella, para comprender la verdad de su vida.

     Les dejamos el enlace con las lecturas y un video del Evangelio.


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