sábado, 9 de diciembre de 2017

II Domingo de Adviento

    En la segunda semana del Adviento la liturgia pone el acento en la idea del camino.
    Antes de ser transitado, el camino tiene que ser trazado, muchas veces por el paso de los propios caminantes. Ante un camino desconocido es importante contar con la guía y la ayuda de alguien que lo conozca y lo haya recorrido primero. En nuestra vida de fe ocurre lo mismo. No puede existir un verdadero encuentro con el Señor si antes no nos hemos preparado, no le hemos preparado el camino, no hemos preparado debidamente nuestro corazón. Pero igual que el camino físico, el camino de la fe también tiene las mismas dimensiones, Por tanto, no basta solo con preparar el camino que hemos de recorrer nosotros, sino que una vez que lo hemos recorrido, una vez que nos hemos encontrado con el Señor, debemos ayudar a otros a encontrar el camino o a retomarlo si lo han perdido, y a acompañarlos en su recorrido hasta el encuentro con Dios.
    Una frase que nos puede servir para reflexionar como estamos recorriendo nuestro camino y como estamos ayudando a otros a recorrer el suyo, teniendo en cuenta que nuestro camino empieza en nuestro propio corazón y continua en el corazón de los demás: "Gracias por aquellos que en mi vida han dejado huella y no cicatrices".
    Durante esta segunda semana de Adviento, pidamos al Señor por medio de María, la madre de los caminos y de los que caminan y la mujer que supo siempre ponerse en camino con prontitud, que nos conceda la gracia del Espíritu Santo, que nos ayude cada día a saber descubrir y recorrer el camino que nos conduce a él, saber preparar con profundidad el camino que le lleva a él a nuestro corazón, y a estar dispuestos a ponernos en camino hacia los demás para ayudarles a descubrir y recorrer su propio camino al encuentro con Jesús.

    Les dejamos un enlace de las lecturas y un video del Evangelio.



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