Ante el amor de Dios, nosotros tenemos que responder amando y de una forma especial a aquellas personas que nuestra sociedad rechaza: << tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui forastero y me acogiste, estuve desnudo y me vestiste...>>. Por ello esta solemnidad es el Día de la Caridad, << amor con amor se paga>>. Al amor incondicional de Dios, la Iglesia tenemos que responder con amor incondicional al prójimo que se refleja de una forma especial acogiendo a los últimos y no atendidos. Con el Salmo 147 reconocemos la Gloria de Dios, su grandeza, que no se olvida de nosotros, sino que quiere ser alimento en el camino de nuestra vida. En la primera lectura, Moisés nos recuerda el camino que el Señor hizo con su pueblo, cómo lo cuidó y lo alimentó. Esta imagen alcanza su plenitud en el Evangelio, donde Jesús se presenta como verdadera comida y verdadera bebida que no da la vida.
Participar de un mismo pan y un mismo cáliz nos hace formar un solo cuerpo, nos hace vivir en comunión porque estamos unidos a Cristo. Es lo que nos anuncia el apóstol Pablo en la segunda lectura.
Les dejamos el enlace con las lecturas del día y un video del Evangelio.
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