sábado, 18 de marzo de 2017

III Domingo de Cuaresma

     En otro tiempo la Cuaresma era el momento en el que los catecúmenos, los adultos que aún no habían sido bautizados, se preparaban para recibir el bautismo la noche de la Pascua.
     En nuestro días la Cuaresma es el momento, en el que los que ya hemos sido bautizados, nos preparamos para renovar nuestro bautismo la noche de la Pascua.
     Este año, Ciclo A, en los siguientes domingos de Cuaresma, del tercero al quinto, la liturgia nos ofrece una catequesis bautismal presentándonos los tres signos principales del bautismo: el agua, la                                                         luz y la vida.
     Hoy la liturgia pone el acento en el signo del agua, que es el signo central del bautismo. Después del oxígeno, el agua es el componente natural más importante para el desarrollo y mantenimiento de nuestra vida.
     A lo largo de toda la historia de la salvación, el agua ha estado presente en diversos momentos como expresión de vida y de renovación. Desde la primera hora de la creación, el espíritu de Dios se cernía sobre las aguas, después del diluvio volvió a brotar la vida en la tierra, la segunda creación, y el Señor renovó con Noel y con su familia la alianza que ya había hecho con nuestros primeros padres Adán y Eva.
     El bautismo es para los cristianos el segundo nacimiento, la apertura a la vida verdadera, la vida de Dios. Por el bautismo somos templo de Dios, el lugar donde él habita. Después de escuchar la página del Evangelio en la celebración de la eucaristía, sería bueno leerlo en casa con detenimiento, Juan 4:5-42.
     "Si conocieras el don de Dios, y quien es el que te pide de beber, me pedirías tú a mi",
     Que bonito sería que cuando los padres acudan a los despachos de nuestras parroquias a pedir para sus hijos el Sacramento del Bautismo, lo hicieran porque realmente ellos han conocido el don de Dios y quieren que sus hijos también lo conozcan.
     "Dame de ese agua y así nunca más tendré sed".
     Que bonito sería que cuando se abre la fuente bautismal y renovemos nuestro bautismo la noche de Pascua, nuestra oración pueda ser estas palabras de la samaritana, reconociendo nuestra sed, nuestra necesidad de beber de la verdadera fuente que es Jesucristo, y nuestro compromiso de llevar ese agua a nuestros hermanos sedientos.
   
      Les dejamos el enlace de las lecturas y un video del Evangelio del día.


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