sábado, 11 de febrero de 2017

VI Domingo del Tiempo Ordinario

     Celebramos un nuevo domingo del Tiempo Ordinario. El libro del Eclesiástico nos retrata la libertad humana como un don divino. Dios, por amor, nos ha creado libres, capaces de decir sí o no, de aceptar o no su voluntad, pero no le concedió a nadie el permiso a pecar; por consiguiente sólo el hombre es el responsable de sus acciones. Dios le indica al hombre un sendero a seguir para conseguir la felicidad: la Ley mosaica, y hoy el Salmo 118 alaba al que elige caminar según la voluntad del Señor, es decir, que actúa según lo que Dios ordena.
    El cumplimiento de la Ley es por tanto el camino para agradar a Dios y conseguir la salvación. En el Evangelio, Jesús declara que él no ha venido a abolir esta Ley, sino a darle cumplimiento, es decir, a llevarla a una perfección que va más allá del sólo cumplir normas externas. En oposición a la interpretación casuística de los fariseos que habían convertido la Ley en la ley de cumplir sólo lo imprescindible, Jesús propone una interpretación interior fundada en el amor concreto al prójimo. A través de Jesús, Dios muestra de modo definitivo cómo deben comportarse los hombres entre ellos, en concreto: los conflictos con el prójimo (21-26), la actitud hacia la mujer (27-32), y en la relación a la verdad (33-37). Jesús no impone una nueva ley, sino una nueva jerarquía de valores: toda tendencia a la hostilidad, de deseos sexuales o de búsqueda de provecho personal a través del engaño, debe desaparecer. El comportamiento humano ha de estar al servicio de la fraternidad con el prójimo.
    La alusión figurada a arrancarse un ojo o cortarse la mano refiere la firme resolución con la que se debe actuar con respecto a la propuesta de Jesús
   
   Les dejamos el enlace con las lecturas y un video del Evangelio.


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