sábado, 3 de septiembre de 2016

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario

    Celebramos el XXIII Domingo del Tiempo Ordinario y las dos preguntas retóricas sobre el conocimiento del designio divino (Sab 9,13) no pueden ser respondidas desde la capacidad cognoscitiva humana, siempre frágil y limitada (Sab 9,14.16). Nadie puede comprender la voluntad de Dios sin los dones de la Sabiduría y del Espíritu. El don de la Sabiduría produce en el creyente tres frutos: enderezar una situación de pecado, conocer lo que es grato a Dios y salvar al hombre de todo peligro (Sab 9,18).
    Se trata de una salvación que viene actuando desde el pasado para cubrir la debilidad humana, de modo que el porvenir del hombre está garantizado por lo que la Sabiduría ha hecho ya por él. De esta forma se descubre que el punto de partida de la reflexión no ha de ser la fragilidad humana, sino la obra salvífica de Dios, como se desprende de la antífona del salmo (Sal 89,1).
    Finalmente, el Evangelio subraya que para percibir el fruto de esta obra redentora es imprescindible renunciar a cualquier apego mundano imitando a Cristo, desasido de todo para hacer la voluntad del Padre (Lc 14, 26-27).

   Les dejamos el enlace con las lecturas de hoy y un video del Evangelio.


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