Se trata de una salvación que viene actuando desde el pasado para cubrir la debilidad humana, de modo que el porvenir del hombre está garantizado por lo que la Sabiduría ha hecho ya por él. De esta forma se descubre que el punto de partida de la reflexión no ha de ser la fragilidad humana, sino la obra salvífica de Dios, como se desprende de la antífona del salmo (Sal 89,1).
Finalmente, el Evangelio subraya que para percibir el fruto de esta obra redentora es imprescindible renunciar a cualquier apego mundano imitando a Cristo, desasido de todo para hacer la voluntad del Padre (Lc 14, 26-27).
Les dejamos el enlace con las lecturas de hoy y un video del Evangelio.
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