La luz de la Navidad continúa extendiéndose. Alcanzó a José y María, a los pastores. Hoy llega hasta los Magos de Oriente, que ven la estrella del Niño y quieren ir a adorarlo. Pero esa luz también llega al castillo de Herodes, que tiene una reacción adversa. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. Esta fiesta de la Epifanía, manifestación, es una muestra de que Dios ha venido para todos, no sólo para los habitantes de Belén o para los pastores. De lejos, como los Magos, vendrán los pueblos a conocer al Mesías (Spe Salvi 5). No es cuestión de distancia ni de tiempo: 2000 años después Cristo se sigue manifestando a las naciones como el príncipe de la paz, el Mesías esperado. Hoy su estrella reposa en otros pesebres: el de los pobres, los enfermos, los abandonados, los refugiados, los presos. Corramos a adorarlo y a atenderlo en sus necesidades. Ofrezcamos nuestros dones al Señor que ha venido pobre y humilde para que lo amemos más.
Les dejamos un enlace con las lecturas y un video del Evangelio de hoy.
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