sábado, 23 de marzo de 2019

III Domingo de Cuaresma.

     Cuando se le advierte a un niño que no meta los dedos en el enchufe no queremos asustarlo o truncar su niñez, sino prevenirlo. Cuando Jesús nos señala nuestra tarea de conversión no busca atormentarnos con un destino fatal, sino indicarnos cuál es el camino verdadero. Todo forma parte de su ser compasivo, como nos recuerda el salmo. Por esto mismo Moisés fue a rescatar al pueblo hebreo esclavo en Egipto, porque la misericordia de Dios no podía dejar a su suerte a los israelitas sufrientes. Hoy Jesús ha mostrado el destino de una higuera estéril. Pero nos ha señalado también a nosotros una hermosa tarea: nuestra vida está llamada a dar buenos frutos. No podemos conformarnos con una fe "negativa": no robo, no mato, no hago el mal… Hemos de ser abiertamente fructíferos en nuestra andadura: damos lo que tenemos, somos amables, hacemos el bien. Es una hermosa tarea que nos hacen sentirnos plenos, realizados. Por nuestros frutos nos conocerán. ¿Estamos ya ofreciendo a Dios nuestra mejor cosecha?

     Les dejamos el enlace con las lecturas y un video del Evangelio.


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