Los tiempos de Cuaresma y Pascua son la prolongación, en su antes y en su después, del centro de la vida cristiana, la culminación de la obra de Jesús: su Misterio Pascual. Cuarenta días de preparación y Cincuenta días de gozo que tienen su eje en el Triduo Pascual. Es un tiempo especial para buscar, como Iglesia Diocesana, el rostro del Señor.
El lema de este año nos pone en esta actitud de búsqueda. Nos alientan las palabras del Papa Francisco en su documento sobre la Santidad: «Jesús nos entrega dos rostros, o mejor, uno solo, el de Dios que se refleja en muchos. Porque en cada hermano, especialmente en el más pequeño, frágil, indefenso y necesitado, está presente la imagen misma de Dios».
Buscar el rostro de Dios, como comunidad, significa abrir bien los ojos del alma para saber reconocerlo. Los discípulos de Emaús lo reconocieron al partir el pan, pero Tomás no creyó que los otros apóstoles lo habían visto. A nosotros se nos ofrece un tiempo de gracia para buscarlo nuevamente…
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