sábado, 24 de noviembre de 2018

Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

     La realeza de Jesús en el cuarto Evangelio es defi nida tanto de forma negativa como positiva. Frente a la acusación de una pretensión ilegítima al poder real, formulada por Pilato, el Cristo joánico afirma que su realeza tiene un origen y una estructura diferente de la que se ejerce en el mundo. De ahí su renuncia a una respuesta violenta y su vinculación con la pasión como acto redentor, tal como señala el Apocalipsis (Ap 1,6), que hace de la cruz el trono de Jesús. Frente a la acusación judía de usurpar la dignidad mesiánica, la realeza de Jesús comporta una nueva comprensión de tal dignidad. No es política, ni nacional, sino que está ligada estrechamente al acontecimiento de la revelación.
     La identidad de Jesús se explicita en dos afirmaciones (Jn 18,37): “Yo para esto he nacido” (subraya el carácter histórico y encarnado de la venida del Verbo); “Para esto he venido al mundo” (expresa su carácter trascendente, su origen y su misión de enviado del Padre). Conjuntamente, ambos asertos hacen referencia al prólogo, donde se afirma que en el hombre Jesús, que es al mismo tiempo el Verbo preexistente, se manifiesta la venida de Dios. 
     Tal novedad escatológica se concreta en su enseñanza y en sus actos, que le convierten en testigo fiel (Ap 1,5) de la verdad, noción que designa a quien posee el máximo de fiabilidad, esto es, a Dios. En definitiva, la realeza de Cristo consiste en que, siendo plenamente hombre en el seno de la historia, manifiesta totalmente la realidad dinámica de Dios (Ap 1,8), que es, al mismo tiempo, salvación y juicio, pues invita a acoger, mediante la fe, la misión y la dignidad regia de Jesús (Ap 1,6).

     Les dejamos el enlace con las lecturas y un video del Evangelio.


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