Seguidamente, el texto describe la cadena de elusión de responsabilidades, autojustificaciones y divisiones que intrínsecamente produce el pecado en quienes lo han cometido (Gn 3,12-13). El hecho de que Adán responsabilice indirectamente a Dios por haberle dado a la mujer, encuentra su correlato en el pecado contra el Espíritu Santo al que se refiere Jesús (Mc 3,28-29). Al hilo de esto, la pregunta retórica de Sal 129,3 sobre quién resistiría si Dios llevara siempre cuenta del pecado, tiene una clara respuesta: nadie. Pero, dado que Dios está cargado de razón y es siempre inocente, a él le toca el perdón, es asunto y competencia suya (Sal 129,4). Por eso, el hombre pecador depende totalmente del perdón de Dios, y debe acudir a él con humilde reverencia para obtenerlo. La respuesta divina será prometer la victoria sobre el mal a la descendencia de aquella que ha sido vencida por él, en un texto que siempre ha sido leído en clave mesiánica, el protoevangelio (Gn 3,15).
Les dejamos el enlace con las lecturas y un video del Evangelio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario