sábado, 28 de octubre de 2017

XXX Domingo del Tiempo Ordinario

    La pregunta del legisperito a Jesús no es baladí, teniendo en cuenta que le está pidiendo que extraiga un mandamiento fundamental de entre toda la Torá escrita (con sus amplios códigos legales: Ex 20,22-23,19; Lv 17-26; Dt 12-26) y la oral (con sus 248 preceptos positivos y sus 365 negativos). Jesús opta por ir al núcleo legal del Pentateuco, el Decálogo (Ex 20,1-17; Dt 5,7-22), y extraer de entre los diez mandamientos, no sólo el que le piden, sino dos, en claro paralelismo con las Tablas de la Ley, reflejando cada uno los deberes para con Dios y con el prójimo respectivamente. Como mandamiento principal cita Dt 6,5 donde se exhorta a amar a Dios con un afecto que compromete a toda la persona, expresado con la secuencia: corazón, alma y fuerzas.
    Estos tres elementos indican que tal amor se mueve en dos esferas. Corazón y alma apuntan al ámbito de los sentimientos, las pasiones interiores y los impulsos psíquicos y espirituales que mueven al ser humano a obrar. En cambio, fuerzas hace referencia al campo de la acción, ya que el amor solo es válido cuando se concreta en hechos que se despliegan en el cumplimiento de las disposiciones de la Ley, expresión de la voluntad divina. Pero, esta es reconducida por Jesús hacia un segundo precepto, tomado de Lv 19,18, que prescribe el amor al prójimo. Mt 19,19 muestra que este amor invita a actuar de acuerdo con la vocación recibida de Dios, fuente de bondad, de modo que quien cree en el Dios bueno que siempre escucha el grito del necesitado (Ex 22,26) debe amar al prójimo de forma total e inmediata. El amor a Dios y al prójimo devienen pues inseparables (Mt 22,39), constituyendo dos facetas del amor total, compendio (Mt 22,40) y plenitud de la Ley (Rom 13,8-10).
    
    Les dejamos un enlace con las lecturas y un video del Evangelio.


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