sábado, 14 de octubre de 2017

XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario

    La imagen del «banquete» enlaza las lecturas de hoy. En la primera, Isaías anuncia que Dios va a intervenir en la historia para erradicar el mal. Él invitará a todos los pueblos a un gran festín. En el banquete hará regalos. Primero manifestará su presencia: Él quitará el velo de los pueblos para que puedan reconocerle. Además, aniquilará la muerte y enjugará todas las lágrimas. 
    En el salmo, el Buen Pastor también prepara un banquete y hace rebosar la copa de sus fieles. 
    En el Evangelio, Jesús emplea la imagen de las bodas para hablar del Reino. La parábola no se fija tanto en los regalos del banquete (Isaías) cuanto en la desconcertante actitud de los invitados (Mateo). Ellos, en vez de asistir agradecidos, presentan sus excusas e incluso matan a los emisarios. 
    La parábola traduce la realidad de Jesús: las autoridades religiosas y los judíos cumplidores rechazaron su invitación, mientras que la gente sencilla y los marginados sí acogieron al Maestro. La parábola tiene una segunda parte. Al banquete del Reino han entrado «buenos y malos» (22,10). El rey que se había mostrado muy generoso enviando a sus criados a los cruces de los caminos, se revela ahora muy severo con uno que no lo honra con el traje de fiesta. Mateo enseña así que no basta pertenecer a la Iglesia para ser salvado. Es preciso vestir el traje de fiesta, es decir, dar fruto y vivir según el Evangelio. Responder a la invitación es solo el comienzo de una vida de fidelidad a la voluntad divina. El juicio no es solo para los que rechazan a Jesús, aguarda también a los discípulos. Así pues, la parábola es tanto buena noticia como seria advertencia. La gracia es gratuita, pero no es barata.
    
    Les dejamos un enlace de las lecturas y el video del Evangelio.


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