sábado, 3 de diciembre de 2016

II Domingo de Adviento: Ponte en camino

     Celebramos el II Domingo de Adviento y el mensaje que nos ofrece la liturgia para esta semana pone el acento en la idea del camino. Camino implica necesariamente movimiento, avance. Quien está en el camino no puede ni debe permanecer inmóvil. El camino no se construye solo, lo trazan las huellas de quienes ya lo han recorrido y lo abren a los que han de pasar por él. En el camino no se está solo, siempre hay alguien alrededor que con más o menos pasos lo recorre también. Pero el camino no siempre es recto, cómodo y fácil de recorrer, pues muchas veces se vuelve escarpado y tortuoso, cuesta arriba o con numerosos obstáculos que lo dificultan, y a veces incluso se vuelve oscuro con el consiguiente peligro de salirse de él.

     La historia de la salvación es también un camino que han ido recorriendo, desde la primera hora de la creación, las diferentes generaciones del Pueblo de Dios hasta llegar a Jesús. La vida de Jesús, sobre todo su vida pública, es también un camino, desde que fue bautizado por Juan en el Jordán hasta llegar a Jerusalén, donde tiene lugar su entrega y Resurrección, y desde allí hasta la casa del Padre.
     La vida de la Iglesia es también un camino, que muchas generaciones de cristianos han recorrido hasta llegar a nosotros. La palabra procesión proviene del verbo latino procedere, que significa caminar, marchar hacia adelante. Este es el verdadero significado y el auténtico sentido que deben tener nuestras procesiones, los hijos de Dios que marchan en comunidad hacia la casa del Padre. Pero nuestro camino no siempre es fácil, a menudo se vuelve monótono y pesado de recorrer y empiezan a aparecer obstáculos que a veces nosotros mismos ponemos, que nos impiden a avanzar y que hacen que dificultemos el avance de los demás. A veces incluso podemos perder el camino, entonces es necesario detenerse para tomar conciencia de aquello que nos lo dificulta para poder superarlo y continuar hacia adelante.
     El Adviento es el camino que tenemos que recorrer para encontrarnos con Dios y que Dios recorre para encontrarse con nosotros. Un camino interior. En esta segunda semana se nos invita a mirar dentro de nosotros mismos y a examinar nuestro camino de encuentro con Dios, para poder apartar de él todo aquello que impida y haga difícil ese encuentro.
     María supo descubrir el camino de Dios con su pueblo y el camino de Dios con ella misma, y recorrer los caminos de la prontitud, el servicio, la acogida y el seguimiento de Jesús hasta el Calvario. Ella supo acompañar en su camino a la Iglesia naciente, y a lo largo de lo siglo como dice un prefacio de la Virgen: << Brilla en nuestro camino como signo de consuelo y de firme esperanza>>. A ella, Santa María del camino, le pedimos que nos enseñe a descubrir los caminos de Dios en la historia y en nuestra propia historia, a recorrer los caminos de la entrega y el servicio y a abrir caminos o incluso a hacer nosotros mismos caminos para los demás.

     Les dejamos el enlace las lecturas de este domingo y un video del Evangelio.          


Oración: Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo encendemos dos velas. El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto...
La humanidad entera se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne. Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas, y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador! Amén.

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