Según una antiquísima tradición, la Iglesia en este día no celebra la eucaristía, sino que se conmemora la Pasión y Muerte del Señor. En un clima de profunda oración acompañemos a Jesús en su camino hacia la cruz y en su entrega por nosotros a través de la muerte. Él nos ha dado la vida amándonos hasta el extremo. Introduzcámonos en los sentimientos de Cristo, que es crucificado entre pecadores y nos rescata a los que estamos bajo el pecado.
Contemplar a Jesús crucificado que se hace presente en la liturgia de la palabra de este día, especialmente en el relato de la pasión presentado por el evangelista Juan, es contemplar a un Dios pasible que asume el dolor, el sufrimiento, la humillación y el desprecio humano. Es contemplar a un Dios que entrega su vida como expiación para la justificación de la humanidad. Es contemplar a un Dios que ama a los suyos hasta el extremo, por eso entrega a su hijo a una muerte e incluso a una muerte de cruz.
Les dejamos un enlace con las lecturas y un video del Evangelio.
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